Quizá muchos no se hayan percatado de las abundantes referencias que hacen las distintas religiones en sus libros sagrados a la sangre. Referencias que recorren desde el horror concreto de los sacrificios humanos y animales como ofrendas a los dioses, hasta la sublimidad simbólica de asociaciones con lo inmortal, los linajes divinos y los procesos de purificación, redención o expiación, asunto este último que queda plasmado en libros como el Levítico, del Antiguo Testamento: ‹‹Porque la vida de la carne está en su sangre, y os la he dado para hacer expiación por vuestras vidas en el altar, porque, como la vida, es la sangre la que hace expiación››En la Biblia se menciona la sangre desde el Génesis (primer libro del Antiguo Testamento) hasta el Apocalipsis (último libro del Nuevo Testamento), y no se escatiman detalles a la hora de delinear los linajes (cuestión de sangre en tanto ligada a la identidad en relación a los ancestros) de los personajes o dar explicaciones teológicas para la transformación del vino en sangre divina. Y es que la importancia bíblica de la sangre arranca claramente con los judíos, para quienes era la expresión por excelencia de la fuerza vital, la cual podía tributársele a Dios en inmensas inmolaciones, tal y como la ordenada por el famoso rey sabio Salomón, cosa que vemos en este pasaje del Segundo Libro de Crónicas: ‹‹Entonces todos los hijos de Israel, viendo descender el fuego y la Gloria de Yahvé sobre la casa, se postraron sobre el pavimento, adoraron y alabaron a Yahvé: “Porque es bueno, porque es eterno su amor”. Luego el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios a Yahvé. El rey Salomón ofreció en sacrificio 22000 bueyes y 120000 ovejas.››
.Sangre y cuerpos sutiles
Sangre y rituales
Citando por última vez a Rudolf Steiner, quien sigue estando entre las máximas autoridades dentro de la teorización esotérica sobre la sangre, éste dice en su ya mencionado libro lo siguiente, refiriéndose al poder de la sangre según se refleja en la famosa novela Fausto, del escritor alemán Goethe: ‹‹Fausto debe escribir su nombre con su propia sangre, no porque el Diablo sea enemigo de ella, sino, más bien porque desea obtener poder sobre la misma. Ahora bien, en ese pasaje se oculta una observación digna de tenerse en cuenta: que el que obtiene poder sobre la sangre de un hombre obtiene poder sobre el hombre mismo y que la sangre es un “fluido muy especial”››Las explicaciones anteriores, sobre la relación de los cuerpos sutiles con la sangre, permiten entender por qué, quien “obtiene poder sobre la sangre de un hombre, obtiene poder sobre el hombre mismo”. Y es que la magia es un sistema sustentado sobre el manejo de energías, cuyos principales agentes estructurales son el emisor del ritual, el beneficiario del ritual, el destinatario del ritual y, si las hay, las entidades espirituales involucradas; pero, en la práctica de ese sistema que es la magia, muchas veces las realidades implicadas (sean estos sujetos o situaciones) no pueden estar presentes, por lo que se necesita de representaciones, ya sea de las fuerzas convocadas (piénsese en las estatuillas de Baphometh), de los fines deseados (velas rojas que representan amor-pasión, y se usan en “hechizos de amarres”) o del destinatario del ritual-hechizo. Entonces, es sobre todo a nivel de las representaciones del destinatario donde entra la sangre, a la manera de un elemento que implica la energía del destinatario, y que funciona como puente o canal para que el ritual le llegue más pronto y más efectivamente; pues, en última instancia, lo que persiguen en la magia las representaciones, es hacer presente la energía de lo representado, y esto puede darse a través de diversos mecanismos, ya sean indirectos como en el caso de los símbolos, o directos como en el caso del cabello, la sangre y otros fluidos corporales, aunque cabe destacar que la sangre es el más poderoso de esos fluidos.
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