Unas pinturas rupestres simbólicas y enigmáticas.
Las pinturas descubiertas sobre las son unas figuras de gran tamaño, llegando a medir hasta seis metros, y con unos rostros blancos y sin boca. Sus cabezas están rodeadas por semicírculos en forma de herradura que parece irradiar una especie de energía.
Los aborígenes dan a estas figuras el nombre de “wandjinas”, y aseguran que no fueron realizadas por sus antepasados, sino que fueran hechas por los propios seres a los que representan cuando éstos descendieron a la Tierra en tiempos muy antiguos, unos seres que trajeron la civilización y la prosperidad y, al igual que otros dioses del resto del mundo antiguo, su símbolo era la serpiente emplumada.
En estas pinturas aparecen figuras de seres calzados con sandalias (cuando los aborígenes siempre han ido descalzos), variando el número de dedos de las manos y de los pies de 3 a 7.
De todas la figuras, destaca una que representa a un hombre, vestido desde los pies hasta la cabeza con una túnica de color rosa, con un circulo doble rodeando su cabeza, también de color rosa y oro, y sobre la zona de color rosa, una especie de inscripción con 6 letras o números escritos en un alfabeto totalmente desconocido.
El orígen de estas figuras llama la atención por una de las leyendas aborígenes que cuenta que una vez se libró una terrible batalla en Uluru durante el Tiempo de los Sueños, cuando un pueblo conocido como Los Hombres Serpiente , atacó para dar muerte a los pueblos que habitaban la zona. Bulari la Diosa madre de la Tierra, logró vencerlos con una nube de gases letales, y muchos de esos Hombres Serpiente, permanecen encerrados en una prisión bajo el Uluru, el punto más sagrado de toda Australia, más conocido por el nombre de AYERS ROCK, una enorme colina de granito que cambia de color durante el día y asombra a cuantos la visitan, por constituir una de las maravillas del mundo mineral.
En otros de los puntos sagrados de los aborígenes australianos, también se libraron duros combates entre el Dios del Sol, que llegó del cielo en una nave y el Dios de la Tierra. Los vestigios de estas luchas quedaron reflejados en los extraños monolitos y formas que se encuentran diseminados por toda Australia.
La datación de estos útiles se fijó en torno a los 100.000 años de antigüedad.
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