lunes, 5 de agosto de 2013

10:50



Organizaciones Ortodoxas

Como todas las religiones, el Islam tuvo, desde el origen, sus místicos, unos ortodoxos, otros heréticos; entre los primeros, fueron los sufitas quienes desarrollaron las Sociedades secretas de iniciación, aun cuando permanecían fieles a los preceptos coránicos. Aún hoy existe gran número de sociedades secretas musulmanas, primero en el norte de África. Estas sociedades tienen al frente un Jeque, señor absoluto, que reside por lo general en la Zawiya donde se halla la tumba del fundador de la Orden. 

A sus órdenes se encuentran los mokaddem, que van a lo lejos a conferir la iniciación (werdi) a los neófitos; las instrucciones secretas se les transmiten siempre verbalmente. He aquí, en lo que se refiere a los fines de esos grupos, la declaración de uno de sus miembros contemporáneos con quien conversó P.Geryaud:

«Los afiliados deben esforzarse por seguir el trik (tariq), la vía, que, por etapas, los lleva a la perfección, gracias a las reglas , prácticas, fórmulas y signos especiales de cada congregación. Cada una constituye lo que se llama el Ahl-as-Sílsilat (el clan de la cadena). Esta cadena comienza generamente en el ángel Gabriel, el mismo que transmitió al profeta Mahoma la ciencia de la verdad. Continúa por el fundador de la orden hasta los jefes actuales, conservando los nombres de sus predecesores. Ciertas congregaciones llegan a atribuir el conocimiento de la cadena a la revelación directa. Muy a menudo, esta revelación se produce por intermedio de Sidi-el-Jadir, es decir, el profeta Elías, que, como el profeta Idris (Enoc), bebió en la fuente de la vida y así quedó exento de la muerte.»
Al lado de esas organizaciones ortodoxas hay que anotar la existencia de grupos herejes de los cuales señalaremos los más importantes, nacidos del cisma "ismaelita"[o ismailita].




Los Ismaelitas y los grupos conexos

La secta herética musulmana de los ismaelíes fue fundada en Siria por el persa Abdalá, hijo de Maimún (863). De las doctrinas ismaelitas se desprenden fuertes influencias gnósticas. Adelantándose al Corán, agregan a los seis profetas del Verbo (Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús, Mahoma) un séptimo Imán («enviado»), Ismaíl, hijo de Dschafer, el «señor del tiempo» o «jefe de las edades». Es una religión iniciática por excelencia, que comprende siete grados sucesivos. Hubo un momento en que los ismaelitas desempeñaron un papel político y guerrero de los más importantes; hoy son todavía muy numerosos, sobre todo en las Indias, donde reside su jefe, que ostenta poderes espirituales y temporales: el Aga Khan.

De los ismaelitas nación cierto número de ramas, de las cuales las más célebres son los «asesinos», los drusos y los ansarieh:




Hassan-Ben-Sabbah, y los «asesinos»

Hashashins, Hassassins, hashishitas o nizaríes, eran los diferentes nombres con los que se conocía a esta secta que, según se cuenta, fue el origen del actual término “asesino” en la mayoría de los idiomas de occidente.
Se trataba de una secta islámica seguidora de una corriente chiíta llamada ismaelita, que tuvo su máximo poder en la dinastía Fatimí de Egipto. En realidad esta secta se escindió de la ortodoxia ismaelita. Surgió a finales del siglo XI en el norte de la antigua Persia, extendiéndose desde allí hasta las costas del Mediterráneo oriental.

El término “Hashashin” parece significar bebedor de hachís, aunque no está claro. La leyenda les consideraba guerreros suicidas, fedayines dispuestos a morir por el Islam que actuaban tras una formación en la que se incluían rituales en los que el hachís estaba presente, por eso los nizaríes fueron conocidos así.
La decadencia de la secta llegó tras la invasión de los mongoles que destruyó sus principales puntos de actividad.




El Viejo de la Montaña:

Hasan-i Sabbah (Hasan Ibn Sabbab, Hassan Ibn Saba, Hassan Bin Sabbah) nació a mediados del siglo XI. Decidió estudiar el Corán y dedicarse a la vida religiosa. Influenciado por otros estudiosos que convivieron con él, decidió asumir los postulados ismaelitas que llegaban del Califato Fatimí. Así que decidió propagar esa corriente ideológica, haciéndose misionero y captando todo tipo de fieles. Además declaró la guerra a los otomanos selyúcidas, sunitas.
Para esta misión decidió crear la secta de los nizaries. Empezó entonces a trabajar con la manipulación mental. Creía que las personas eran fácilmente influenciables si se seguían los pasos adecuados.
De él se hizo un mito. Se le atribuyeron milagros y prodigios, así como el dominio de artes esotéricas.
Como líder de la secta de los nizaríes, fue conocido bajo el título de “Viejo de la Montaña”, título que también se le otorgó a todos sus sucesores como líderes de la secta.

Fortaleza de Alamut






Alamut (Aluh Amat) era una fortaleza situada en lo alto de una escarpada montaña a unos 1.800 metros de altitud. Estaba muy cerca del mar Caspio, y era de muy difícil acceso, lo que le daba una posición privilegiada para la defensa del lugar.
Esta fortaleza fue el centro neurálgico de proclamación del mensaje nizarí. La leyenda cuenta que dentro de la fortaleza se crearon los jardines más bellos conocidos, con las mujeres más sensuales que se podían imaginar. Se dice que Hasan creó allí un auténtico paraíso llamado “El Jardín de Alá”. Aunque se duda de la veracidad de este jardín, ya que la única fuente que lo menciona es Marco Polo, personaje muy dado a exagerar sus viajes.

Métodos de captación:


Hasan sabía modificar la conducta humana con diversas técnicas. Eso le permitía ganar adeptos hasta el punto de dar su vida por él a través del uso de la religión. Según cuenta la leyenda de los Hashashin, el consumo de hachís ayudaba a esa modificación de la conducta. No es el único ejemplo en la historia del uso de sustancias estupefacientes para, en un estado de alteración de la realidad, poder influir en el comportamiento de los individuos.

Se supone que Hasan ponía a sus seguidores bajo los efectos del hachís y los llevaba a los jardines de la fortaleza de Alamut. Allí disfrutaban de los placeres carnales de todo tipo para que se convencieran de que habían llegado al Jardín de Alá. Los súbditos, cuando despertaban del efecto de las drogas, creían realmente haber viajado al paraíso y no dudaban en hacer cualquier cosa que les mandase Hasan, ya que así, y sólo así, podrían volver.

Una leyenda cuenta como un visitante a Alamut habló con Hasan. Este visitante decía tener el ejército más poderoso y que en cualquier momento podría derrotar a los nizaríes, ya que su ejército tenía 10 veces más hombres. Hasan le contestó que su ejército era en verdad el más poderoso, y para demostrarlo le dijo a uno de sus hombres que se arrojara desde lo alto del castillo en el que se encontraban. El hombre lo hizo. Sorprendido, el visitante no tuvo más que reconocer que Hasan tenía el ejército más poderoso, porque hacían cualquier cosa a una orden suya.

Forma de operar:

Los Hashashin no formaban un ejército regular, actuaban en grupos de seis hombres llamados feyadines (“Jidawis”, “Fida’is” o “Fidawis”). Hasan enviaba a estos grupos para ejecutar sus acciones, normalmente de asesinato o amenaza. Su total desprecio por su vida les convertía en armas letales. Además, no sólo esta característica suicida les hacía casi imparables, También eran buenos guerreros.
Todos los Hashashin se formaban tanto en el arte del combate como en estudio de la religión fatimí, siendo unos guerreros religiosos. Algunos les consideraban los templarios del Islam ya que, como estos, también formaban una orden con diversos grados de iniciación.




La estructura jerárquica de la secta estaba encabezada por Hasan, que adquirió el título de “Viejo de la Montaña”. Los Fedayines eran los que actuaban, pero dentro de la secta estaban, por orden jerárquico, los Dais, los Refik, los Fedayines y los Lassik.

Los Fedayines no solían atacar sin más, salvo que su líder se lo dijera. Normalmente eran minuciosos y pacientes, podían pasar años hasta que cumplían su misión. Se iban acercando poco a poco a su víctima, estudiaban su comportamiento y, a veces, incluso se convertían en siervos suyos para poder sacar información.




La primera victima de los Hashashin fue Nizam Al-Mulk, gran visir del sultán selyúcida Malîk shah. Sus acciones llegaron a tener una gran importancia, intentado asesinar sin éxito a Saladino dos veces. Su primera víctima no musulmana fue el rey de Jerusalén Conrado de Monferrat, al que asesinaron en 1192.

Además de las conductas conocidas, algunas leyendas hablan de la secta como una organización esotérica que utilizaba rituales extraños y prácticas ocultistas. Se decía también que los Fedayines usaban la magia para lograr sus objetivos. Al parecer los nizaríes creían en el carácter esotérico del Corán y dedicaban gran parte de su tiempo en estudiar un posible mensaje oculto en sus líneas. Esto les acercaba a las corrientes gnósticas y cabalísticas.

Decadencia:

Tras la muerte de Hasan-i Sabbah su cargo fue ocupado por diversos “Viejos de la Montaña”. Siguieron practicando sus creencias y sus asesinatos.
La caída del Clifato Ftimí de Egipto, principal sustento político de la secta, fue un detonante muy importante para la decadencia nizarí.
El último Jeque de Alamut fue Rukn al-Din Khurshah, bajo cuyo mandato la secta y sus fortificaciones fueron destruidas por los mongoles. Pero la ideología nazarí se mantuvo en el tiempo. En la actualidad no tienen prácticamente ninguna influencia y son un grupo muy reducido. 



Luego de apoderarse de la fortaleza de Alamut, al norte de Persia, pretendió ser el hudshet, o encarnación del último imán, y reclutó un buen número de adeptos. El «Viejo de la Montaña» se apoderó de numerosos castillos, tanto en Persia como en Siria, y su dominación se extendió rápidamente, gracias a secuaces devotos, fanatizados por el hashish o cáñamo de India (de ahí su nombre «asesinos»), encargados de suprimir a cuantos obstaculizaban sus designios de dominación.

La jerarquía iniciática, estrechamente subordinada al Jeque o Gran Maestro, comprendió siete grados, como en el ismaelismo clásico. Luego de la muerte de Hassam, en 1124, a la edad de noventa años, el poder de los asesinos siguió ampliándose. Pero, en Siria, chocaron con los Templarios, que poseían numerosos castillos al sur de los montes Ansariyah y les llevaron encarnizada guerra, hasta los obligaron a pagar tributo (se ha pretendido, sin pruebas decisivas, que los templarios copiaron de los asesinos sus doctrinas esotéricas).

La segunda mitad de siglo XIII vio el fin definitivo, tanto en Siria como en Persia, del poder político de los asesinos, cuyas fortalezas fueron tomadas por las tropas de los soberanos de esos dos países.




Hakem, Hamza y los «drusos»

Otra rama salida de los ismaelitas, fue la religión de los drusos, quienes, establecidos en el macizo del mismo nombre, dieron que hacer a las tropas francesas de Siria. Los fundadores de la secta fueron Hakem, sexto jalifa fatimita de Egipto, y su consejero, el persa Hamza, que convirtió a los drusos del Líbano a la doctrina (siglo XI). El Libro sagrado de los drusos es el Kitab-al-Hikmat («Libro de la Sabiduría»). he aquí, según Lepper, un resumen de sus creencias fundamentales:

«Dios es uno, se ha manifestado a los hombres en varias oportunidades por su encarnación, visible por última vez en la persona de Hakem Biamr Alá, Hakem no murió; desapareció para atestiguar la fe de sus fieles, pero reaparecerá en su gloria y extenderá su imperio sobre el mundo. Sostienen, además, que Dios creó primero la Inteligencia universal, y que ésta se reveló a la tierra en cada una de las manifestaciones divinas: cuando Dios se reencarnó en Hakem, ella tomó la forma de Hamza... Veamos ahora la reencarnación: el número de humanos es siempre el mismo, y sus almas pasan sucesivamente a diferentes cuerpos, subiendo o bajando en la escala de los seres, según hayan observado o descuidado los preceptos de la verdadera religión y la práctica de sus siete mandamientos»

Los drusos están divididos en dos clases: los yákil, o «guerreros» y los ákil, o «ancianos», únicos admitidos en los Misterios. Para llegar a ákil, el neófito debe salir victorioso de tres pruebas temibles: después de un prolongado ayuno, resistir el hambre ante una mesa colmada de manjares apetitosos; luego de cabalgar tres días en el desierto, no tocar una jarra de agua fresca; en fin, ha de ser capaz de no ceder ante la voluptuosidad, durante toda una noche a solas con una bella mujer...

Los ansaríes o nusairíes
Como los drusos y los asesinos, los ansaríes o nusairíes, herejes musulmanes que habitan la cadena montañosa del mismo nombre (Líbano), proceden de los ismaelitas.

«Los ansaríes creen en un solo Dios, existente en sí y eterno; son, pues, unitarios. Firman, sin embargo, que ese Dios se encarnó siete veces en la persona de Abel, Seth, José, Josué, Asaf, Simón (Cefas) y Alí. En cada una de esas manifestaciones, Dios se sirvió de otras dos personas divinas, una de las cuales era emanación de su propia esencia, creada por él y la segunda era creada por la primera»
Fácilmente se adivina la influencia de las gnosis cristianas en toda una serie de especulaciones. En sus Misterios celebran una suerte de misa bajo las apariencias del vino, rito destinado a procurar la iluminación:

la Divinidad se oculta en la luz, pero se manifiesta en en vino, servidor de la luz (Abd-el-Nur). Creen en la metempsicosis: después de cierto número de transmigraciones, las almas de los creyentes se transforman en estrellas en el «mundo de la Luz»

Vemos, pues, como las doctrinas gnósticas tuvieron gran influencia sobre los musulmanes heterodoxos. El dominio de la historia de las religiones sigue siendo un misterio y relativamente poco estudiado por los especialistas

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